El pasado sábado 22 de mayo, tuvimos la suerte de vivir una jornada de ciclismo de montaña por la Serranía de Cuenca, en un recorrido que une las localidades de Beteta y Cuenca. La organización corrió a cargo del Club En Ruta al que se unieron representantes de los clubes Los Gansos de San Fernando, Chinches y Pelones y Beteta MTB.
Para el traslado a Beteta utilizamos el servicio de autobuses de la empresa Rubiocar, que ha incorporado un sistema portabicicletas en el interior del autobús, en el que pudimos viajar cómodamente 30 ciclistas y nuestras correspondientes monturas, sin necesidad del remolque del club. Para grupos ciclistas numerosos, es una opción más que recomendable para trasladarse cuando la situación lo requiera. Además,es de agradecer la colaboración del personal de la empresa en la colocación y anclaje de las bicicletas, que realizamos el día anterior.
A nuestra llegada a Beteta, nos sirvieron un desayuno en la plaza del pueblo para iniciar la ruta con energía y que nos vino bien a todos después del madrugón.
Sin pistoletazo de salida ni música de AC/DC, ni público, y sin adrenalina como en la salida multitudinaria de la Beteta Bike Xtreme, iniciamos nuestra ruta descendiendo velozmente hasta El Tobar. Recargamos bidones en la Fuente del Arca y pusimos rumbo a Santa María del Val.
Buscando alternativas al recorrido marcado, ya conocido por nuestras participaciones en la BBX, nos dividimos y se hizo un grupo expedicionario que buscaría una nueva conexión con Santa María del Val, atravesando el Monumento Natural de las Torcas de Lagunaseca. Este grupo a su vez se dividió en dos y con mejor o peor fortuna, unos fueron en busca de una bajada ciclable hasta la carretera de Lagunaseca, encontrándose una senda perdida e invadida de vegetación por la que tuvieron que bajar bicicleta en mano y el resto empleó todavía más tiempo en encontrar otra forma de bajar a Santa María del Val, con resultado parecido.
Para futuras ediciones, iremos perfilando nuevos tramos que nos sorprendan en nuestra incansable búsqueda de esos tesoros ocultos que todavía no han sido conquistados por nuestras bicicletas.
Tras rebasar Santa María del Val, nos incorporamos al GR-66 para seguirlo a lo largo de unos kilómetros espectaculares en los que acompañaremos al río Cuervo por las sendas de El Corvatón y la del Arroyo de Valdetorreros, ésta última dura y muy bonita a la vez.
Ya por pista, continuamos por el GR hacia Los Eustaquios, uno de los barrios o caseríos de Vega del Codorno, que veremos en la distancia antes deadentrarnos en el intrincado Arroyo de Vaquerizas, que nos hizo desmontar y meternos en el agua en numerosas ocasiones. Las lluvias primaverales han sido generosas y eso se nota en el caudal del arroyo. Nofue fácil abrirse paso por el lecho del arroyo, pero finalmente logramos atravesarlo y llegar al albergue de Vaquerizas, donde nos esperaba una fuente de agua fresca para recargar los bidones. Hasta Uña no encontraremos ninguna otra fuente, por lo que fue una parada importante del recorrido.
Llegados al Collado del Vasallo, iniciamos la subida al punto de mayor altitud de la jornada, Los Vasallos, para recorrer la cuerda de la Sierra de Tragacete, despidiéndonos del GR-66,e iniciando el descenso al refugio de La Alconera
A continuación cruzamos la Cañada del Mostajo para acceder al Valle del Maíllo, de tan buenos recuerdos para el club en época de berrea. Algún corzo se dejó ver, pero siendo un grupo tan numeroso, no dio pie a pillar desprevenida a más fauna que abunda en la zona.
Dejamos El Maíllo y sus verdes praderas, por un camino bastante rotoaunque ciclable, que enlaza con el Camino de Las Majadas a Huélamo y que cogimos en dirección al alto de la Peña del Acebo. Desde ahí parte un largo descenso hasta el Rincón de Uña porel arroyo de la Barbarija, pero nos llegaron noticias de que había pinos caídos que nos dificultarían el paso, y optamos proseguir el track marcado por el club y bajar unos kilómetros por la carretera de Las Majadas en busca de un tramo inédito que enlazaba directamente con el Barranco del Socarrado. No tuvimos suerte y no nos libramos de los pinos caídos que ralentizaron nuestro avance y sortearlos supuso además un desgaste extra. Lástima, pues hubiera sido perfectamente ciclable y muy espectacular. Una vez en el Barranco del Socarrado,pudimos descender hasta el Rincón de Uña sin dificultad, pues aquí sí llegaron los trabajos forestales y estaba limpio de pinos.
La bajada a Uña por El Escalerón es uno de los grandes atractivos del recorrido por la espectacularidad de las vistas en su parte inicial, aunque tiene mucha complejidad técnica (dificultad muy alta) con curvas casi imposibles. Algunos compañeros demostraron mucho dominio y pericia pero la gran mayoría bajamos desmontados en buena parte del trazado.
En Uña recargamos de nuevo los bidones y dimos buena cuenta de unos bocadillos que el club había encargado en la tienda del pueblo con unas cervecitas que se mantenían frescas en el pilón de la fuente, igual que la gran sandía que nos hizo de postre.
Y así,con las pilas bien recargadas, nos dispusimos a afrontar la subida a los Altos de la Nava, la última dificultad montañosa de importancia, en cuyos inicios, atravesamos una finca privada con servidumbre de paso, donde nos aseguramos de cerrar bienlas dos puertas de entrada y de salida. Antes de La Nava, algunos decidieron atajar por el Arroyo de Valdecabras hasta Valdecabras y de ahí a Cuenca por carretera,y el resto continuamos hacia La Nava para dejarnos caer a Verdelpino por el Cerro del Aljibe, tras 10 kilómetros de emocionante descenso.
El broche final lo puso la Senda de Las Colmenas, divertida, revirada y con algún tramo técnico que nos escupió prácticamente en el Camino del Agua, a la altura del Puente de Valdecabras. La entrada a la ciudad,por camino y senda, acompañando al río Júcar, es una de las más espectaculares (con permiso de la Cueva de la Zarza) para ciclistas de montaña, andarines y corredores.
En resumen, un gran recorrido para una jornada maratoniana de bicicleta de más de 100 kms y 2.000 metros de acumulado, con sendas, valles, barrancos, arroyos y caminos de toda factura, donde pudimos disfrutar de lo mejorcito de la Serranía de Cuenca y de la mejor compañía posible.
Desde el Club En Ruta, agradecemos la participación de los clubes que nos acompañaron en esta aventura y desde luego, un 10 para los que trabajaron en el proyecto.
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