viernes, mayo 17, 2019

Una vez más nuestro compañero Pablo Ser nos regala la crónica de nuestra salida de fin de semana.

10/12 de mayo de 2019

Albarracín tiene un imán especial para el club, no sólo por la belleza de esta ciudad medieval, sino porque estratégicamente es un buen punto de inicio de rutas de BTT, que transcurren por los Montes Universales y que buscan enlazar con el Alto Tajo, como era nuestra intención.


Durante varios años estuvimos haciendo variantes a una ruta que convertimos en clásica y que nos llevaba de Albarracín a Cañete. Al grupo del Club En Ruta se sumaba el del Club Ciclista de Cañete y en ocasiones nos juntábamos un grupo tan numeroso que se hacía necesario un autobús de apoyo.


Ahora que éste último anda un poco disuelto, andamos buscando nuevos itinerarios desde Albarracín hacia el Alto Tajo y la Serranía de Cuenca. Como proyectos futuros están unir Albarracin con Cuenca en una sola jornada, para lo cual ya hay dos posibles recorridos, o también seguir el GR113 “Camino Natural del Tajo” desde Albarracín hasta Fuentidueña de Tajo o hasta Aranjuez, o hasta Toledo…, o quizá hasta la frontera con Portugal en Cedillo (Cáceres) donde finaliza el GR, o ya puestos, hasta Lisboa.
Para ello podemos inspirarnos en el blog de Zinaztli, un ciclista muy conocido para los que formamos parte de la comunidad de wikiloc y que ha hecho la travesía completa, además de otros muchos proyectos de gran calado:

Los tramos que compartimos con el Camino Natural estaban perfectamente señalizados y balizados, aunque siempre da más seguridad llevar el track real que podemos descargar de su blog o de su perfil de wikiloc.
Después de esta introducción, vamos a desgranar un poco cómo nos fue e intentaremos transmitir las sensaciones que vivimos en este intenso fin de semana.

Sábado, 11 de mayo: De Albarracín a Peralejos de las Truchas

Iniciamos nuestra ruta recorriendo las empedradas callejuelas del centro histórico de Albarracín y nada más atravesar las murallas que la protegen, encontramos la primera señalización del GR113 donde nos impresiona ver la distancia hasta la Presa de Cedillo, nada menos que 1.045 km.

Desde el mismo arco podemos ver cómo trepan las murallas hasta lo alto del cerro y hacia allí nos dirigimos. La subida nos hará entrar en calor enseguida con buenos repechos que hacen que ganemos altura rápidamente.
Conquistada la Torre del Andador en la parte más alta de las murallas, punto álgido del sistema defensivo de Albarracín, merece la pena una breve parada para divisar a vista de pájaro su estratégica ubicación, situada en una colina rodeada por un meandro casi circular que describe el río Guadalaviar. La ascensión no ha terminado todavía, pues aún nos quedará un buen tramo de subida por el Camino de Valdemarín hasta coronar el cerro donde está situado el repetidor. El paisaje descarnado y estepario es de gran belleza, seguramente castigado por el viento en altitudes superiores a los 1.400 metros. Superada nuestra primera dificultad montañosa, descendemos a gran velocidad hasta el río Guadalaviar, que seguiremos aguas arriba hasta la localidad de Torres de Albarracín. El paisaje ha ido cambiando y el pinar ha ido ganando terreno al sabinar. Junto al pueblo y al lado de un puente que cruza el Guadalaviar, se encuentra el área recreativa de la Fuente de la Veguilla, muy arbolada y que proporciona buena sombra.
Torre del Andador
Tras recorrer las calles de Torres de Albarracín, volvemos a nuestro itinerario para afrontar otra dificultad montañosa, remontando el Barranco de las Fuentes, que nos llevará al Cerro Paja (1.532 m) y al Collado de Calomarde.
Rodaremos por todo el cordal de la Loma del Valle, siempre por encima de los 1.500 metros de altitud, con constantes subidas y bajadas de no demasiada inclinación pero con sensación de auténtico rompepiernas. Poco más adelante llegaremos al impresionante Cañón del Guadalaviar, cuyos escarpes conforman un espacio único y que divisaremos en altura.


Llegados a la carretera, la cogeremos a la derecha en dirección a Villar del Cobo donde nos espera la furgoneta de Pablo (Presi) con el esperado avituallamiento. Tras el refrigerio, abandonaremos en esta jornada el trazado del GR113 para seguir unos kilómetros por carretera hasta Griegos. Mañana volveremos a recuperarlo en algunos tramos. No importa hacer algo de asfalto cuando el trazado está inmerso en el angosto barranco por el que discurre el río Griegos.
Barranco río Griegos

Nada más rebasar la localidad, afrontaremos la subida al punto de mayor altitud de esta jornada para recorrer la Muela de San Juan y sus pistas de esquí de fondo. La Cruz de Santa Bárbara pone fin a esta ascensión y de nuevo la visión de la “presi-furgo” nos da alas. No tiene precio estar a más de 1.830 metros de altitud, después de una dura subida, y tener un maletero lleno de viandas para reponer fuerzas. “Rumbo”, el mastín del Presi que también nos acompaña, está feliz porque algún embutido cae en sus fauces, siempre teniendo cuidado de nuestros dedos, pues aún es cachorro y tiene mucho empuje cuando le ofreces un premio.
Podemos contemplar desde esta posición los campos de dolinas u hoyones como los conocen en la zona, situados entre Griegos y Villar del Cobo. De naturaleza kárstica, al disolverse la roca caliza se forman relieves hundidos que recuerdan al interior de la cumbre de un volcán apagado. Estas depresiones del terreno son ciertamente espectaculares, pudiendo alcanzar centenares de metros de diámetro.
Cruz de Santa Bárbara
Después de tan gratificante pausa, circundamos toda la Muela de San Juan por la pista exterior de esquí de fondo, custodiados por grandes extensiones de pinos albares.
Descendemos por el Barranco de las Avellanas hasta el pueblo abandonado de Villanueva de las Tres Fuentes, antigua pedanía de Orea aunque se encuentra más próxima a Griegos, hoy de propiedad particular. Si estuviera habitado, sería el núcleo de población a mayor altitud de la provincia de Guadalajara (1.500 m), título que ostenta la localidad de Orea (1.497 m). Podemos imaginar el aislamiento y las condiciones de vida que tenían que soportar sus antiguos moradores, con rigurosos inviernos, una temperatura media anual de 6,5 °C, 200 heladas por año con mínimas inferiores a -20°C. Lamentablemente ya ha cumplido más de 45 años en el olvido.
Villanueva de las Tres Fuentes (Foto de Purasierra)
Desde este punto haremos un par de entretenimientos antes de llegar a Orea. El primero para ir al encuentro del río de la Hoz Seca, hacia el Alto de las Aguas y rodeando el Cerro de los Bonetes por el Barranco del Pajarero. Al cruzar el río, vemos que lleva un caudal mayor que el que acostumbrábamos a ver en nuestras rutas de verano, por lo que la jornada del día siguiente la auguramos más emocionante, pues el Hoz Seca sería el protagonista en los primeros compases de ruta. Lo acompañaremos durante un buen trayecto hacia el Camping de Orea. Y en el segundo entretenimiento, rodeamos en ascenso Peña Rubia y la Majada del Chiquillo, bajando a Orea por un entretenido camino, donde nos espera un nuevo avituallamiento con la furgoneta de apoyo. 
Orea
Salimos de Orea por la carretera en dirección a Checa, que pronto abandonamos a la izquierda por un camino que cruza el río Cabrillas y que se abre paso entre campos de labor, donde habrá que abandonarlo para seguir el GR10, cuya baliza puede pasar desapercibida por lo que en este punto hay que estar atentos. Nos espera una subida en singletrack con algún tramo técnico y una bajada divertida y serpenteante entre piedras y campos de jaras, siendo un buen aliciente en este recorrido en el que abundan más los caminos y las pistas.
Checa nos llama la atención por sus casas encaladas, sus casonas señoriales y la iglesia con su mirador. También por el paso del Arroyo de la Pedrera que discurre alegre por sus empinadas calles y es salvado por numerosos puentes.
Chequilla. Las Quebradas.
Desde Checa llegaremos a Chequilla por carretera en ligera subida, disfrutando desde lejos de las grandes rocas silíceas conocidas como Las Quebradas, situadas junto al pueblo. Es una localidad con mucho encanto al estar plenamente integrada en este conjunto de rocas rojizas. Las fotos no hacen justicia a la peculiaridad del paisaje y aprovechamos para hacer un breve recorrido entre las piedras. También hicimos un último avituallamiento antes de acometer las durísimas rampas del barranco de Valdelosa. 
El camino es más llevadero pues lo han asfaltado desde la última vez que lo recorrimos en el año 2006, pero aun así castiga de verdad por su gran porcentaje y por los 100 kilómetros que llevamos en nuestras piernas. Buscamos nuestro ritmo más adecuado y vamos salvando el gran desnivel de estos paredones hasta que por fin lo coronamos para disfrutar de un vertiginoso descenso hasta Peralejos de las Truchas.
Como en otras ocasiones, nos alojamos en Casa Pura, donde siempre nos han tratado con mucha amabilidad y nos han dejado guardar las bicicletas en los espacios comunes del establecimiento. El precio además es muy económico y el desayuno abundante.
Después de unos 108 kilómetros y casi 10 horas de bicicleta, nos merecíamos una buena cena y el lugar elegido fue el restaurante Acebos del Tajo, donde su propietario nos sugirió con gran acierto unas bandejas con parrillada mixta que fueron del agrado de todos y que calmaron nuestro voraz apetito. El trato fue estupendo como también el excelente sabor de las carnes a la brasa. Por cierto, nuestra mesa fue muy bien atendida por el hijo del propietario que es una joven promesa del ciclismo y que compite en un equipo por tierras valencianas.

La furgoneta del Presi ha sido providencial en el día de hoy, pues nos ha servido de apoyo para los avituallamientos y para el traslado de equipajes desde Albarracín hasta Peralejos de las Truchas. En compañía de Rumbo, su “pequeño mastín”, varios conductores fueron turnándose a lo largo del recorrido, celebrando el resto de ciclistas esos esporádicos encuentros en los que abríamos las neveras llenas de bebidas frescas, nos hacíamos bocadillos con embutidos o dábamos buena cuenta de las tortas de aceite.
Track de la ruta:


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Domingo, 12 de mayo: De Peralejos de las Truchas a Tragacete

Tras un buen desayuno en Casa Pura, salimos a primera hora de Peralejos de las Truchas por el Camino de La Herrería. La mañana está fresca, mucho más que en Albarracín, tanto que los coches presentan una buena capa de escarcha. Menos mal que hoy también comenzamos subiendo para ir entrando en calor. 

 Los primeros kilómetros son de suave ascensión hasta la Ermita de la Virgen de Ribagorda, donde hacemos un alto para contemplar una de las más bellas panorámicas del Alto Tajo con las rochas de Belvalle, por cuya finca de toros bravos hemos pasado en otra de nuestras travesías, los farallones pétreos del Machorro y del Poyal de los Corzos, las dos muelas Pinariegas y las hoces del Tajo. 

 
A partir de aquí nuestro trazado coincidirá durante un buen tramo con el GR113 “Camino Natural del Tajo”, pero en sentido contrario.

Bajaremos a la Herrería de los Morencos por un sinuoso y a veces empinado sendero con buena ciclabilidad. Actualmente en ruinas, se trató de una de las herrerías más importantes que hubo en el Alto Tajo. De estilo molinés, fue construida en el siglo XVIII a orillas del río de la Hoz Seca para forjar el hierro extraído de las minas de Checa. Impresiona ver el entorno que rodeaba a estas construcciones, tan aislado y agreste.
Herrería de los Morencos

Continuamos por el GR junto al río de la Hoz Seca hasta llegar a un vado en el que han construido un puente peatonal, que evita el paso del río al que nos veíamos obligados anteriormente. Se agradece, pues el Hoz Seca desciende con bastante caudal y la mañana está algo fresca como para mojarse los pies. Luego el Júcar se encargaría de ello, pero ya sería en los últimos compases de la ruta.
Nada más cruzar el río, comienzan los 2 kilómetros más infernales que yo haya conocido como ciclista de montaña, ni siquiera comparables a puertos míticos como el Anglirú, Peña Escrita o los tramos más duros de la Transpirenaica. El paso de los años ha ido estropeando aún más esta subida inhumana de lecho pedregoso, que nos obligará a desmontar en algunos tramos y a sudar tinta en los que intentemos mantenernos sobre las bicicletas. La temible Cuesta del Acebar, así se llama la bestia, se convierte en todo un reto que nos parecerá imposible, incluso para los vehículos todo terreno más adaptados. Prueba de ello son las advertencias mediante señalización de peligro y de pendiente que nos anuncian rampas del 30%.

Una vez llegados al alto, merecerán la pena las increíbles vistas, desde donde podremos contemplar buena parte del camino que traíamos desde Peralejos de las Truchas, y abajo en la profundidad del río, veremos los restos de La Herrería.
Un poco más adelante hicimos un intento de asaltar Los Altos de la Campana, para darnos el gustazo de ver el paso rocoso que sirve de puerta a la Hoz del Tajo, pero el tiempo iba en nuestra contra y tuvimos que abortar. Este tramo está suprimido del track al no llegar a su objetivo, además de carecer de sentido el tener que atravesar una finca privada para nada.
En este enlace podéis ver otra versión de este mismo recorrido que atravesando el Paso de la Campana, desciende al río Tajo por la Rambla Malilla en el Barranco de los Huecos, llegando a Tragacete por la Pista de Rilaga, Nacimiento del Júcar y Estrecho del Infierno:
De nuevo en marcha, y tras un pedregoso y largo descenso, tomamos el Camino de la Cañada, muy cómodo y rodador, que nos llevará hasta el mismo Tajo, a la altura del área recreativa de Veguillas de Tajo, donde podremos recargar agua fresca en la fuente.

A partir de aquí nos esperan unos 9 kilómetros de pista con tramos en subida que nos desgastarán bastante, con un firme pedregoso que dificultará nuestro avance.
Al llegar al Tormo de Cañaveras, donde estaremos en la divisoria entre las vertientes mediterránea y atlántica, nos desviamos a la izquierda para dejarnos caer hasta Tragacete por el magnífico entorno del Nacimiento del Júcar en los Ojuelos de Valdeminguete.
Tendremos que tirar un poco de técnica en los primeros compases de la senda y nos veremos obligados a desmontar en el paso del Estrecho del Infierno. Más adelante, vadearemos el río Júcar, que esta primavera se presenta más caudaloso de lo normal y podremos sentir sus gélidas aguas en nuestros pies. No importa, a estas alturas de ruta y con el acumulado del día de ayer, sólo tenemos ganas de llegar a Tragacete y descansar nuestros agotados cuerpos.
Una vez llegados al Estrecho de San Blas, sólo nos queda dejarnos caer hasta Tragacete por la carretera del albergue de San Blas.
Track de la ruta:


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NOTAS AL FIN DE SEMANA:

Han sido un par de jornadas estupendas desde el punto de vista deportivo y de convivencia. Felicito a todos mis compañeros por su total disposición a la hora de afrontar estos retos y por su magnífico estado de forma y de ánimo.
El entorno y el clima han sido propicios para disfrutar con nuestras bicicletas de espectaculares parajes de los Montes Universales, del Alto Tajo y de la Serranía de Cuenca.
Pedir más es avaricia” (Fito)
Todo ha ido perfecto. Cero caídas, cero averías” (Abel)
No sé cómo, pero cada vez que hago una travesía en bicicleta engordo dos kilos” (Eduardo)
Todavía tengo pelos del perro en mi ropa ciclista” (otra vez Eduardo)
Guau, guau” (Rumbo)
Silencio, Sit” (Pablo Presi)
No sé cómo aguantamos” (las bicicletas)


AGRADECIMIENTOS:

Como siempre que hacemos rutas o travesías no circulares, hemos contado con nuestros amigos Vicente y Rubén de las Cabañas Rurales Los Barrancos (http://www.losbarrancos.es/), que nos trasladaron a Albarracín y que nos recogieron dos días más tarde en Tragacete para el viaje de regreso a Cuenca. La logística del transporte fue perfecta, viajando cómodamente 12 pasajeros y 12 bicicletas en 2 furgonetas y el remolque del club.
Es una suerte poder contar con ellos para nuestros desplazamientos. Desde aquí les damos las gracias y les enviamos un abrazo.


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